woensdag 13 mei 2009

El gran resquebrajamiento: ¿Cómo hemos perdido el rumbo en el nuevo siglo?

Paul Krugman

Capítulo 4
Capitalismo de compinches

USA: capitalismo de compinches, enero 15 de 2002

Este capítulo es muy frustrante. Es un texto tipo Michael Moore, pero ahora de un premio Nobel de economía. El autor presenta datos sobre las conexiones de la administración Bush con el mundo empresarial y revela hechos escandalosos sobre la oligarquía estadounidense. Y peor que esto reclama que esto es el capitalismo al estilo americano, un capitalismo basado en fraude y corrupción. Para dar sólo unos ejemplos, según Krugman, existen relaciones directas entre la administración Bush y el sector energético, incluyendo a Enron, entre otras empresas. La administración, por ende, presentó proyectos de ley que favorecían a esta compañía y a otras empresas energéticas. Dice Krugman: Sólo unos pocos días antes de las últimas revelaciones de Enron, la administración mostró su intención de relajar las normas sobre la polución emitida por las plantas de energía; al final de la semana pasada anunció su decisión de proceder con un controvertido plan para guardar residuos radioactivos en Nevada. Cada una de estas decisiones vale billones para compañías que tienen vínculos muy fuertes con Bush. El CBSMarketWatch.com declaró, en su relato sobre la decisión concerniente a la basura nuclear, que un grupo de grandes empresarios del sector energético que hicieron donaciones a los políticos, se acababa de ganar el premio mayor de la lotería. La revista de negocios Red Herring publicó, como relata Krugman, una gran revelación sobre el Grupo Carlyle, compañía que se especializa en asociarse temporalmente con contratistas ‘venidos a menos’ en el tema de defensa, y después revenderlos cuando sus fortunas milagrosamente aumentan, una vez reciben un negocio con el gobierno. El padre Bush fue empleado de la compañía y uno de los inversionistas fue la familia Bin Laden. La relación entre Bush senior y el Grupo Carlyle aparentemente nunca le preocupó a la administración Bush junior. Al contrario, Donald Rumsfeld le dio un gran regalo a Frank Carlucci, cabeza de Carlyle, cuando decidió proseguir con el muy criticado sistema de artillería Crusader el que hasta el Pentágono quería cancelar pero que fue un producto de uno de las empresas del Grupo Carlyle. Según Krugman, nada de esto es claramente ilegal.

Dos, tres, ¿muchos?, febrero 20 de 2002

En el segundo artículo, Krugman sarcásticamente se pregunta cuántos Enrons hay. Sugiere que hay más de un solo y que probablemente hay como una pirámide escondida de empresas que aplican los mismos métodos. Argumenta que en cualquier crimen un esquema de pirámide requiere medios, un motivo y una oportunidad, y que durante la administración Bush junior ha habido abundancia de estos tres requisitos. Como ejemplo de medios, presenta el caso de Cisco que publicó cifras buenas en une momento en que la situación financiera de la compañía en efecto estaba muy mala. Pero, porque no hubo reglas establecidas, logró pagarles a sus empleados no con el salario, el cual cuentas como un gasto, sino con opciones de acciones que no constituyen gasto. En vez de una pérdida de US$ 4.9 billones, lo que hubiera resultado si contabilizase como un gasto el valor de mercado de las opciones de acciones que emitió, logró presentar ganancias de US$ 1.35 billones. Como motivo, Krugman, argumenta que el propósito de inflar las ganancias aumentar el precio de la acción y esto hace que la empresa crezca. Le hace más fácil conseguir dinero, adquirir otras empresas, atraer empleados, etc. Fingir que todo va bien facilita seguir yendo para adelante, por lo menos un rato más.

La oportunidad según Krugman se dio a finales de la década de los noventa cuando una confluencia de tres factores abrió la puerta para las picardías financieras a una escala no vista en generaciones. Estos tres factores son: el surgimiento de la nueva economía y las nuevas tecnologías, que removieron las jerarquías industriales e hicieron imposible saber si una compañía encontró un nicho altamente rentable o fue pura apariencia; luego, la burbuja del mercado de valores o uno en que se crean deliberadamente esquemas piramidales. Mientras que el público lo cree, la subida de los valores puede seguir; y finalmente, la existencia de un ambiente legal permisivo, lo que se dio desde que en 1995 el Congreso, pasando por encima de un veto de Bill Clinton, aprobó la ley de reforma a los litigios sobre la seguridad en el sector privado, lo cual dificultó mucho esos pleitos. Según Krugman, como consecuencia de esta ley, las firmas auditoras, las compañías auditadas por ellas y la banca de inversión que vendía sus acciones se volvieron todas muy amigas.

Según Kruger, con respecto a esta situación no sólo se debe pensar en las motivaciones de las corporaciones, sino más bien en las personales de los ejecutivos. En el caso de Enron, por ejemplo, los administradores les dieron a sus banqueros individuales la oportunidad de invertir en las compañías ‘fachada’ que ellos utilizaban para esconder la deuda y para desviar dinero. Dice Krugman: ¿Quiere apostar que no se dieron negocios similares en muchas otras firmas? Espero que Enron termine siendo única, pero estaría muy sorprendido de ello.

Ya sabemos: Enron, por cierto, fue la primera de una cadena infínita que todavía queda por revelarse ¿cuántas empresas y cuentos individuos más?

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