woensdag 13 mei 2009

EL G-20

¿Qué es el G-20?
El G-20 es un foro internacional donde anualmente se reúnen los Ministros de Finanzas y los Gobernantes de los Bancos Centrales de los veinte países con economías industrializadas o en vía de desarrollo sistemáticamente importantes. El objetivo es discutir sobre asuntes cruciales para la economía global.

El G-20 se estableció en 1999 como respuesta a las crisis financieras de los noventa y el reconocimiento de que ciertos países con mercados emergentes no estaban incluidos en la discusión económica global ni en la respectiva gobernanza. Nació desde la G7, un foro de las siete economías más avanzadas en el mundo, la que luego organizó el G22, en 1998, y dos reuniones del G33 en 1999 respectivamente para reformar el sistema. El objetivo del G-20 fue siempre reducir la susceptibilidad de la economía global ante las crisis financieras (G-20).

Los 20 países que actualmente son miembros del G-20 son los siguientes:
· Argentina
· Australia
· Brazil
· Canada
· China
· France
· Germany
· India
· Indonesia
· Italy
· Japan
· Mexico
· Russia
· Saudi Arabia
· South Africa
· South Korea
· Turkey
· United Kingdom
· United States of America
· La Unión Europea (representada por el presidente rotativo del Parlamento y el Banco Central Europeo)

También participan en las reuniones del G-20 de manera ex-oficio, el Director Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Presidente del Banco Mundial (BM) y los presidentes de la Comisión Internacional Monetarista y Financiera y de la Comisión de Desarrollo del FMI y del BM. En conjunto, los países miembros representan 90% del producto nacional bruto global, 80% del comercio global (incluyendo el comercio interno europeo) y dos tercios de la población global. Por tal razón se considera que el foro tiene un alto nivel de legitimidad e influencia sobre la gestión de la economía global y del sistema financiero, lo que también es criticado dado que Estados Unidos tiene poder de veto y aunque todos los países tienen un solo voto, los países con economías más avanzadas tienen más recursos para informarse, negociar con los demás, etc.

En términos de resultados logrados hasta la actualidad, se han establecido acuerdos con respecto a las políticas de crecimiento económico, la reducción del abuso del sistema financiero, el manejo de las crisis financieras, y el combate del financiamiento del terrorismo. También se ha venido buscando la adopción de estándares internacionalmente reconocidos basados en experiencias de los países miembros en áreas como la transparencia de la política fiscal, el combate del lavado de dinero y del financiamiento del terrorismo. En 2004, se adoptaron nuevos estándares con respecto a la transparencia y el intercambio de información con respecto a asuntos fiscales buscando el combate de los abusos del sistema financiero y de actividades ilícitas, incluyendo la evasión de impuestos. El G-20 también juega un papel importante con respecto a la reforma de las instituciones financieras internacionales.

A pesar de las buenas intenciones, sin embargo, el G-20 no ha podido frenar la crisis financiera y económica que estalló en 2008 en los Estados Unidos. O sea, en términos de transparencia y control de abuso más bien han salido a la publicidad casos excesivos, los que son la consecuencia de liberalizaciones progresivas, particularmente en el sector financiero. Se refiere también a los bonos sin techos que empujaron a los banqueros a tomar cada vez más riesgo en vez de supervisar las actividades en el mercado.

En noviembre 2008, en Washington, el G-20 por primera vez reconoció la crisis del mercado financiero y sus implicaciones para la economía global. Los países miembros expresaron voluntad para trabajar en conjunto con el fin de superar la crisis y de fortalecer la cooperación internacional y mejorar la regulación, la supervisión y el funcionamiento general de los mercados globales financieros. Los Ministros de Finanzas de los G-20 recibieron el mandato de progresar en las siguientes áreas:

· Fortalecer la transparencia y la rendición de cuentas
· Realzar la regulación sana
· Promover la integridad en los mercados financieros
· Reforzar la cooperación internacional
· Reformar las instituciones internacionales financieras

La reunión en Washington funcionó también para la preparación de la Cumbre de los Líderes que acaba de tomar lugar, el 2 de abril de 2009, en Londres.

¿Cuáles fueron los retos más grandes de la Cumbre de los Líderes del G-20 en Londres?
Según la página oficial del G-20, en 2009 el foro juega un papel crucial para empujar las economías avanzadas y emergentes para resolver las crisis internacionales económicas y financieras, restaurar la estabilidad financiera a nivel mundial, liderar la recuperación internacional económica y asegurar un futuro sostenible para todos los países. Lo que se buscó en Londres fue lo siguiente:

· adoptar acuerdos que representan una respuesta internacional coordinada y concertada para superar las crisis financieras y económicas actuales yendo más allá de la crisis hacia una recuperación sostenible
· demostrar voluntad política para estabilizar el sistema financiero y proveer apoyo macroeconómico adicional
· acordar sobre el comercio y la inversión abiertos y el no proteccionismo
· dirigir apoyo adicional a los mercados emergentes y países en vía de desarrollo
· entender las causas de la crisis financiera internacional e identificar lecciones aprendidas para asegurarse de que estas no vayan ocurrir del nuevo
· desarrollar propuestas para restaurar el crecimiento global en el plazo mediano, incluyendo monitorear y dar seguimiento a las medidas tomadas como respuesta a la crisis
· progresar con respecto a asuntos de largo plazo, como el cambio climático y el desarrollo internacional.
Aquí se presentan unas opiniones que aparecieron en la prensa Holandesa y Bélgica, el día de la cumbre. Según uno de los periódicos más importantes de Holanda, el Volkskrant, Gordon Brown, el primer ministro de Inglaterra y presidente de la Cumbre, habló de una cumbre histórica. Argumentó que a partir de ella se origina un nuevo orden mundial y que se acabó la época del Consenso de Washington (Volkskrant 2009). Esto, tal vez, sea la expresión más importante del día y con una posible resonancia en los años que vienen, pero la pregunta ahora, y luego, es ¿hasta qué punto es cierta?
El Consenso de Washington, efectivamente, ya se murió como ideología a través de las voces de Joseph Stiglitz y Jeffrey Sachs, entre otros, pero ha seguido como práctica en las instituciones financieras internacionales hasta el día de hoy. Por tanto, oír hablar a Líderes importantes como Brown en este sentido, es revelador y puede ser que algún día pareciera que la Cumbre de Londres en efecto significó un cambio radical en el pensamiento sobre la política económica internacional y la relación entre los países. Pero, todavía es temprano para confirmarlo.

La receta del Consenso de Washington, que consiste en diez puntos de agenda que deberían de aplicarse todos los países en vía de desarrollo de manera similar, fue elaborada por John Williamson en 1990. Los diez puntos se relacionan con tres asuntos principales: la disciplina macroeconómica; una economía de mercado; y una política de apertura al comercio internacional y la inversión extranjera directa (Schneider 2007). Con respecto a América Latina, estos tres puntos fueron apoyados por Estados Unidos, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Fondo Monetario Internacional, y el Banco Mundial a partir del inicio de los años noventa.

La receta se basa en la ideología neoliberal que considera que los países en vía de desarrollo para tener crecimiento económico deben de implementarse políticas de más mercado y menos gobierno. El enfoque se basa en el crecimiento económico y no pone atención a preguntas sobre cómo se realiza ni cómo se comparte la riqueza lograda.

El neoliberalismo se ha enfocado en la liberalización progresiva de los mercados, cada vez con menos supervisión y menos necesidad de rendición de cuenta, y esto ha resultado en niveles de fraude, corrupción y abuso de libertad inimaginables. No hay duda de que después de los tantos escándalos que han salido últimamente va a ser muy difícil para que la gente vuelva a tener confianza en las instituciones financieras.

En términos socio-económicos el neoliberalismo y el Consenso de Washington han resultado en cierto nivel de crecimiento económico en varios países, pero sin la debida redistribución de la riqueza, por lo que la desigualdad socio-económica en América Latina, entre otras regiones, ha crecido más. Según Scheider (2007), pocos reconocen que entre los diez puntos de la agenda del Consenso de Washington se incluyeron la reforma fiscal y la reducción del gasto público a áreas donde se esperaba altos rendimientos económicos y la potencialidad de una mejor distribución de los ingresos, pero, agrega, como el programa no explicitó cómo realizarlo ni habló de la gobernanza para realizar tales objetivos, y los donantes tampoco dieron atención a estos aspectos, no fueron tomados en serio. La prioridad del programa nunca fue reducir la desigualdad, por lo que la potencialidad de una mejor distribución de los ingresos fue nada más que retórica. La gran pregunta en este momento es, por ende, si la Cumbre de los Líderes del G-20 en Londres logra ir más allá de tal retórica, algo que no se puede leer en las declaraciones de la Cumbre, sino sólo en la manera en que posteriormente cada uno de los países contribuirá a la implementación de las mismas.

El mismo periódico holandés, el Volkskrant, señaló, como punto positivo, que los miembros del G-20 aparentemente durante esta Cumbre ya no estaban pensando en que todos deben de estar de acuerdo con todo. Más bien reconocieron que cada país tenía sus propios problemas, y que cada país requeriría una medicina propia. Por ende, el G-20 se enfocó particularmente en las relaciones entre los países miembros. Por ejemplo, se respaldó la promesa de combatir el proteccionismo, por lo menos hasta finales de 2010, con un fondo común de 250 billones de dólares para créditos comerciales. Y para el FMI, según este periódico el gran ganador de la cumbre, se reservó un fondo de 750 billones adicionales, particularmente para ayudar a los países más pobres. Según el analista del Volkskrant, los países miembros no llegaron a un acuerdo con respecto a lo que los países deben de hacer de manera individual, sino decidieron dar su apoyo a una institución colectiva (Volkskrant 2009a).

Lo que vale señalar es que en la declaración final de la Cumbre no hay metas concretas de tipo Metas para el Desarrollo del Milenium (MDM). No se habla de objetivos medibles, sino sólo de fondos a ser destinados a fines muy generales: 750 billones de dólares para el FMI, 250 para créditos de comercio, 50 para la seguridad social. No se explicita cómo este dinero debe ser invertido, cuál es el proceso de toma de decisiones, quiénes participan, etc. Se acordó que el fondo de 750 billones de dólares para el FMI va a ser utilizado para los países más pobres y que las condiciones relacionadas van a ser menos que los que definió el Consenso de Washington, pero no se las especificaron (Bulcke 2009). Por tanto, es difícil hablar de un cambio en este momento; falta ver qué se hará en la práctica. Tampoco con respecto a la discusión sobre la futura moneda internacional, hay pocas cosas revolucionarias que reportar: los Estados Unidos y Londres en conjunto lograron mantener el dólar americano como moneda principal del comercio global, a pesar de los pedidos de China de ir a una moneda neutral (Bulcke 2009).

Vandaele (2009) se pregunta si la cumbre fue una cumbre histórica de verdad. Según él, depende de lo que se va a realizar en concreto. Lo más notable según el analista son las frases: La época del secreto bancario se acabó; y vamos a tomar acción contra los paraísos fiscales. Desde ahora, se espera que los bancos sean obligados a dar información, pero no se aclara qué tipo de acciones se va a tomar para obligarlos, ni para acabar con el secreto bancario ni para acabar con los paraísos fiscales. En principio estas frases pudieran ser el inicio de un mejoramiento de la justicia fiscal en el mundo, pero también se puede quedar en la retórica.

Con respecto al final del consenso de Washington, el analista belga argumentó que el hecho de que en el G-20 se habló de reglas ya de por sí es revolucionario. Quiere decir que de alguna manera se toma distancia del modelo neoliberal porque este sólo busca eliminar reglas. En la declaración final del G-20 no se concretiza, sin embargo, cómo se va a superar la desigualdad en el mundo. Se habla de que se necesitan reglas para acabar con el secreto bancario, lo que facilitará que haya más información sobre cómo se realizan los ingresos de capital, pero por ejemplo no se ha hablado de normas laborales, lo que los sindicatos esperaban, y lo que es crucial para ir construyendo un sistema de comercio global justo.
Para Bulcke, la economía mundial se basa demasiado en un consumo empujado por la deuda. Dice que si los trabajadores en Estados Unidos por ejemplo ganarían más, el país tenía menos préstamos hipotecarios problemáticos. Además, propone que se establezca un balance en el comercio global con el fin de que el trabajador Chino gane más de lo que gana ahora, y que él mismo pueda consumir los productos que produce. La falta de balance en este sentido sólo se puede resolver en base a una distribución mejor de ingresos dentro y entre países. Además, dice Bulcke, la solución debe ser verde: se debe reducir los derechos de emisión para los países ricos. Finalmente, se debe enfocar más en la seguridad social dado que una persona que gana bien, pero no tiene pensión, no va a consumir. Todas estas cosas que son cruciales para tener un desarrollo global sostenible y justo, como son las normas y derechos laborales, el medio ambiente y la seguridad social, apenas se han tocado y por cierto no resuelto en el G-20.
Según Irrgang y de Jong, miembros del partido socialista holandés, el G-20 ha dado algunos pasos relevantes, pero no son suficientes. Lo bueno, dicen, es que todos los países, incluyendo los EEUU y el Reino Unido han confirmado que se requiere de supervisión sobre los fondos ‘hedge’. Un año pasado esto hubiera sido imposible. También los paraísos fiscales están bajo mucha presión lo que los socialistas consideran una ganancia. Finalmente, argumentan, se acabó la época de cada vez más mercado y menos gobierno. Pero, agregan, con esto no se logra el Nuevo Bretton Woods de que Brown y Sarkozy hablaron meses pasados. En este sentido el G-20 lo consideran decepcionante. Se reconoce, tal vez, que la confianza en la autorregulación del sector financiero haya sido demasiado, pero el control que se propone ahora se limita a registración e información únicamente. Según Irrgang y de Jong, esto no es suficiente. También con respecto a los bonos en el sector financiero, que se basaron en valores de corto plazo, causaron un auto-enriquecimiento escandaloso y empujaron a los banqueros a tomar cada vez más riesgos. Es bueno que se vaya a supervisar esto, pero no hay acuerdos concretos sobre cómo se hará, argumentan los políticos. Según ellos, los accionistas cortoplacistas deben de tener menos influencia y los empleados y los que producen ahorros deben de tener más influencia, no sólo con respecto a las instituciones financieras sino en todas las empresas. También en términos de gobernanza, Irrgang y de Jong no ven pasos importantes hacia la necesaria democratización del sistema. Los EEUU mantienen su poder de veto y la posición del dólar se mantiene como moneda de reserva internacional. Europa apoya a los americanos esperando que un día sea el euro, pero el futuro es para Asia. Por ende, los autores proponen que Europa y Asia más bien comiencen a cooperar entre ellos para reformar el sistema económico financiero de verdad.
De estas críticas se concluye que la Cumbre de los Líderes del G-20 ha sido importante en términos de que se logró llegar a acuerdos, pero decepcionante porque no las promesas pueden resultar tan vacías como las de antes. Todo queda por ver, todo depende de cómo la economía se porta en los meses que vienen, cuáles países saldrán más o menos fuertes, y entonces, cómo se va a reestablecer el balance político global. En estos aspectos, no hubo decisión política. Las grandes decisiones aún están por ser tomadas. Tal vez se necesite más crisis para verdaderamente forzarlo…
Referencias

Bulcke B (2009), De Balans, http://www.standaard.be/Artikel/Detail.aspx?artikelId=C728DTGB

G-20, G-20 Home, About the G-20, What is the G-20, http://www.g20.org/
Irrgang E, Jong de D (2009), Nieuw Bretton Woods blijft uit, Financieel Dagblad, 6 de abril de 2009, http://www.sp.nl/opinies/Nieuw_Bretton_Woods_blijft_uit.html
Schneider, M (2007), Beyond the Washington Consensus: Thoughts on Equity, Democracy and Conflict in Latin America, International Crisis Group, http://www.crisisgroup.org/home/index.cfm?id=5106&l=1

Vandaele, J (2009), Na de G20: "Afstand tussen spreken en handelen is groot", 3 de abril de 2009, http://www.indymedia.be/en/node/32517

Volkskrant (2009), G20_pompt_biljoen_dollar_in_economie, 2 de abril de 2009
http://www.volkskrant.nl/economie/article1174994.ece/G20_pompt_biljoen_dollar_in_economie

Volkskrant (2009a), G20_vestigt_al_zijn_hoop_op_IMF, 2 de abril de 2009 http://www.volkskrant.nl/economie/article1175365.ece/G20_vestigt_al_zijn_hoop_op_IMF02

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